Creciendo con límites

Desde el grupo de familias de la AMPA, Creciendo Juntos, convocamos una charla debate el 10 de diciembre para hablar de los límites. La idea era tener recursos para afrontar el caos navideño. Aprovechamos para compartiros el resumen de dicho encuentro que hizo Mariana Primavera, psicopedagoga y ponente. Esperamos que os sea de utilidad en estos momentos…

“Hablar de límites pareciera ser siempre una necesidad, pues claramente los necesitamos para vivir en compañía y poder hacer. Los límites son necesarios. Lo que sí es frecuente y lo que nos convoca es cómo lo hacemos. Conversamos de la exigencia actual de las madres y padres, que esa actitud no suma ni aportaría en el hacer de la crianza, a veces obstaculiza porque solo carga nuestra mochila sin dejarnos hacer. Hay una realidad, vivimos limitados, unos límites que nos permiten convivir y estar con los demás. Los niños los transitan de manera más natural, pero a veces nos encontramos con otras necesidades, con otra demanda de los niños que se pueden confundir con necesidad de límites. Los adultos debemos ofrecer el cuidado, ser las líneas de las carreteras, las que separan un sentido del otro.

Decíamos que en la infancia la búsqueda y experimentación son vitales como proceso de crecimiento. Buscan y exploran para conocer y encontrarse con lo que pueden y lo que no. A veces, en determinadas circunstancias no sucede, ahí los adultos podemos recordar y ofrecer. Por ejemplo: salta en el sofá junto a la mesa, la lámpara, etc. No es el lugar idóneo. Observamos, nombramos el límite y ofrecemos alternativa si la hubiera, reconociendo su necesidad. “Parece que tienes ganas de saltar, pero te acuerdas que el sofá no está preparado, si deseas podemos hacerlo en este colchón en el suelo».
Reconocemos, señalamos el límite y ofrecemos una alternativa a su necesidad. Algunas veces esa alternativa no puede darse, pero si lo hemos hecho otras veces, se podrá entender y esperar.

Los adultos somos los responsables de cuidar a los niños y niñas, ofrecer seguridad, ser contención. En muchas circunstancias pareciera que no pudiéramos por el exceso de trabajo, de exigencia y sobre todo por no saber hacer uso de nuestros propios límites. Llegamos a situaciones desbordados, agotados, y cuando deberíamos intervenir nuestra falta de paciencia y cansancio no lo habilita. Pareciera que nos pasara lo mismo que a los niños, nos supera una situación que viene claramente a señalar lo poco benévolos que fuimos y somos con nosotras y nosotros. A lo largo del día no hemos escuchado nuestras necesidades (parar, un café, ir al baño, levantarse de la silla, sentarse, decir que no puedo, etc…). Hablamos de auto cuidado, de poder decir que necesitamos tanto a los adultos como a los niños.

Que podamos reconocer nuestra necesidad ubica al niño en una situación de espera empática: “Sé que deseas que te lea el cuento pero necesito beber un café, luego podré estar contigo.” Reconozco tu necesidad, te escucho, te pido lo que necesito para luego intervenir sin carga. Los niños y niñas necesitan construir su mundo seguro, la insistencia tendría que ver con la experimentación pero en muchos casos por no sentirse escuchados. Sentirse así no necesariamente tiene que ver con escuchar literalmente. Ser escuchado tiene que ver con ofrecer una vida de niño, entender sus tiempos, sus momentos vitales, no ofrecer una vida adulta, darle tiempo para jugar, estar en casa, bajar esta exigencia social.

Seamos cuidadosos, construyamos carreteras, no tengamos miedo, seamos claros. Los niños y niñas necesitan hoy más que nunca un sentido, claridad, que pongamos orden a tanta palabra y estímulo. Contengamos, ofrezcamos seguridad para que puedan experimentar y hacer, pero no nos olvidemos que para pedir a nuestros hijos e hijas debemos los adultos NO olvidarnos diariamente de experimentar nuestros propios límites y hacer uso de los mismos, como de nuestro cuidado.”

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